martes, 10 de abril de 2012

De escuelas y empresas


Finalmente hemos conocido a Clara, llegó a España con cuatro años y desde entonces hasta los catorce solo volvió a su país de vacaciones. A partir de entonces la vida se hizo difícil. Sus padres estaban trabajando todo el tiempo y ella sola no podría responsabilizarse de su hermana menor y seguir estudiando, por lo que tuvo que regresar a Rumanía donde residen con un familiar.

Para Clara, lejos de sentir nostalgia o resentimiento, contempla la experiencia de haber vivido en España como un enriquecimiento y no descarta regresar para seguir estudios universitarios. Ahora tiene amigos en Rumanía y en España; conoce las dos realidades, y es consciente de las grandezas y debilidades de cada una de ellas.

Especialmente interesante es su visión de lo que significa el esfuerzo académico: “En España sacaba un tres y me quedaba tan feliz, todo me daba risa. En Rumanía si sacas esa nota se burlan de tí. Si sacase esa nota me daría vergüenza que mis compañeros lo supiesen y además, me pasaría el día llorando. En Rumanía si sacas un ocho no haces otra cosa que ver cómo puedes convertirlo en, al menos, un nueve y medio”. Con esta observación nos quedamos.

Por la tarde nos encontramos con Talia en la multinacional en la que da clases de español a los. empleados y nos explicó cómo la relación entre Rumanía y España empieza mucho más atrás que el príncipio del siglo XXI, que las relaciones culturales, económicas y sociales pueden rastrearse muchos siglos atrás, tan atrás como el Imperio Romano. La empresa en la que trabaja Talia se encuentra en la calle Floreasca, un distrito emergente, lleno de multinacionales y rascacielos de diseño, en plena ebullición constructiva.


Para acabar conocimos el testimonio de David, otro David. Vino a Rumanía contratado por gran empresa española que trabaja en el sector de Obra Pública. Ahora se ha independizado y trabaja como asesor en su propia empresa. David nos dio una visión muy realista de la realidad laboral del país y de su experiencia con trabajadores de los dos países. Para David, como para otros que hemos conocido, Rumanía es un país de oportunidades. Suya es la frase que más nos sorprendió: “En Rumanía la crisis ha pasado”. Frase con la que muchos otros entrevistados no están de acuerdo. Pero también entiende la necesidad de tantos miles de rumanos de salir de su país para encontrar la oportunidad que, de momento, aquí no tienen.


El día estaba siendo largo, comenzábamos a sentir el cansancio acumulado de tanto ir y venir. Al final, acabamos caminando más de lo previsto, con cámaras, bolsas y nuestro querido e incómodo trípode. Hacen falta más descansos...


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