sábado, 14 de abril de 2012

Descanso pascual


El día de hoy descansamos de entrevistas, así que decidimos salir para grabar más recursos por la calle. Un día gris, pero no llueve. Llegamos a la iglesia Sfântul Gheorghe Nou y nos sorprende de nuevo el magnífico estado de los frescos, que parecen recién pintados, algo que no es exclusivo de esta iglesia, por lo que llevamos visto. Tras grabar unos recursos dentro, nos disponemos a captar el ir y venir de los tranvías en la parada situada justo enfrente. Apenas llegamos a la marquesina comienza a diluviar. Nos da tiempo a observar cómo la gente sube y baja aparentemente despreocupada de los vagones, ajena a las miradas de dos curiosos extranjeros cargados de bolsas y cámaras. Así como los autobuses y, sobre todo, el metro de Bucarest nos parecen muy modernos, los tranvías todavía mantienen ese look vintage y destartalado que para el recién llegado puede parecer exótico pero intuimos algo incómodo para los usuarios. Sale el sol.


En Piata Universitate se reunieron los indignados el año pasado en protesta por el recorte de sueldo a los funcionarios y consiguieron con sus quejas que el Presidente destituyera al Primer Ministro, algo que, según nos cuentan, fue todo un logro, ya que hasta entonces, la sociedad rumana no era conocida por su propensión a la protesta. Nos llamó la atención ese kilómetro 0 en el que se proclamaba el carácter anti-neocom (neocomunista) del movimiento 15-M rumano.


Mientras grabamos la gran falla de hierro construida frente al Teatro Nacional comienza a diluviar de nuevo. Ni siquiera nos podemos refugiar bajo la enorme marquesina del más enorme Hotel Intercontinental. Sólo llegamos a una pequeña caseta de acceso a un garaje que nos protege durante veinte largos minutos. En vista de que el día pinta mal, nos damos media vuelta y regresamos al hotel con el ánimo algo gris, como el día, y el rabo entre las piernas, mojados, como los chuchos que constantemente se cruzan en nuestro deambular bucarestino.


La noche nos deparó una agradable velada con Roxana y dos amigos suyos, Ovidiu y Ciprian, dos antiguos alumnos con los que mantiene una excelente relación. La conversación fue casi más alimenticia que la excelente cena que nos preparó Roxana. Entre bocados de chiken tikka masala y huevos de pascua, mientras toda Rumanía celebraba su sábado de gloria, nosotros intercambiábamos inquietudes y opiniones sobre la vida en Rumanía y las nuestras propias.

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